Cierta mañana la cantora
despertó entre las sabanas
que la abrazaban de forma leve,
dispuesta a regalarse a la montaña
junto a la canción mas dulce y
hermosa jamás oída.
Ese día el silencio
reino en el valle
con la solemnidad de lo divino.
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Cuando encuentres una
puerta no lo dudes;
entra por la ventana.
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Los camellos cruzan el
desierto con esas
manchas sobre sus lomos
que son los hombres mas
increíbles del mundo. Los mismos
que crean las religiones, y
que las destruyen… que
crean todas las ciencias y las
destruyen. Que crean
el erotismo y el placer, y los destruyen…
Mismo que se destruyen a ellos, hombres,
para volver a crear al hombre,
en la soledad y compañía
inmensa del viento, la arena y los camellos…
Esos camellos que
con sus pasos controlan el
temblar de la arena que
derrumba los medanos y
las dunas, transformándolos
en horizonte, y mas medanos y dunas,
que sobre sus lomos llevan
en el silencio, a los dueños
de todas las lenguas y palabras…,
a los hijos de todos los padres…,
al desierto vuelto hombre.
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Los ojos cuando son únicamente
una conclusión entre quien los
mira y quien los porte. Así los
entiendo. Amen o Ámen.
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Intento mostrarte mi
reino, pero soy tan
tonto que no
comprendo que ni yo
lo conozco. Entonces
vos por las noches
me recordas a él. Mismo
tampoco te conozco
y no lo comprendo
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Luego de que Dios
los encerrara en el
Laberinto del Ser por
cuarenta años, sus hijos
decidieron vengarse.
Finalmente lo mataron.