Cierta mañana la cantora
despertó entre las sabanas
que la abrazaban de forma leve,
dispuesta a regalarse a la montaña
junto a la canción mas dulce y
hermosa jamás oída.
Ese día el silencio
reino en el valle
con la solemnidad de lo divino.
** *** **
Cuando encuentres una
puerta no lo dudes;
entra por la ventana.
** *** **
Los camellos cruzan el
desierto con esas
manchas sobre sus lomos
que son los hombres mas
increíbles del mundo. Los mismos
que crean las religiones, y
que las destruyen… que
crean todas las ciencias y las
destruyen. Que crean
el erotismo y el placer, y los destruyen…
Mismo que se destruyen a ellos, hombres,
para volver a crear al hombre,
en la soledad y compañía
inmensa del viento, la arena y los camellos…
Esos camellos que
con sus pasos controlan el
temblar de la arena que
derrumba los medanos y
las dunas, transformándolos
en horizonte, y mas medanos y dunas,
que sobre sus lomos llevan
en el silencio, a los dueños
de todas las lenguas y palabras…,
a los hijos de todos los padres…,
al desierto vuelto hombre.
** *** **
Los ojos cuando son únicamente
una conclusión entre quien los
mira y quien los porte. Así los
entiendo. Amen o Ámen.
** *** **
Intento mostrarte mi
reino, pero soy tan
tonto que no
comprendo que ni yo
lo conozco. Entonces
vos por las noches
me recordas a él. Mismo
tampoco te conozco
y no lo comprendo
** *** **
Luego de que Dios
los encerrara en el
Laberinto del Ser por
cuarenta años, sus hijos
decidieron vengarse.
Finalmente lo mataron.
1 comentario:
Volviendo en el tren lleno, me descubrí un hombre. Como el policia aquel, como aquel oficinista. Como el viejo que apretaba fuertemente sus ojos con las llemas del indice y el pulgar. Como el joven con su enamorada. Como el pobre, el trabajador, el manchado. Me vi hecho de la misma fibra. Accidente del mismo ente. Hombre. Como en los andenes los hay, y como en las calles los hay. Portador del tesoro que llamé Aurum. La sacralidad de quien lleva las semillas al huerto.
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