martes, mayo 09, 2006

¿Por qué puedo masturbarme con la Luna y no con vos?

Azul y cromo

el cielo divide mis dedos.

No busco que me entiendas,

sino que lo intentes.


No quiero ser

ante ti nada

más que esto

que soy… no


Ésta cebolla que me cubre

solo tus ojos pueden atravesar

Ésta estrella roja que me encierra

solo a ti no te ciega, ni te impide

descifrar mi sed, mi red, mi sien..



Siento a la luna.

Un inmenso clítoris

de molibdeno níquel y estaño

que presiona mi cráneo

en su ápice, lo hiere,

es real, hay signos.

Chilla en el astilleo y en mi

piel, cuña lunar que incide,

el temblor, el aroma y el desgarro..

Como un clítoris denso

y enorme la Luna me lame y

me expone a un sinfín de abismos

donde lo infinito ante mi se torna liberador:

caer por siempre no es caer; sino volar.

Las Nubes la desenmascaran y masajean

y la excitan y me ama y me ataca, me ata

Busca mi debilidad, mi quebrantamiento,

mi nuevo renacer, resurgir de los vestigios

de recuerdos por venir…

Por el río que nace a sus pies

bajan en canoas los dragones,

los cerdos, los tigres, los toros,

las serpientes y palomas…

El bestiario lunar y sus orgasmos

en mis labios representan una

tragedia donde entre telones azul y cromo

son la mirra, la canela y el desierto.

Lame entre mis dos ojos casi sin tocarme…

humedece el aire entre nosostros y estalla.


Te doy mi corteza

para que veas que no

existe.

Todo mi tesoro

solo es un acto de fe

ajeno a mi. Tómalo.

Puedo darte todo

de la nada que tengo y

de la nada que soy.

Cada ves que me miras

soy yo quien mira

como vos me miras

mientras te miro

robarme la mirada

y vuelvo a no entender y

a sentirlo extraño por siempre.


Te doy este laberinto

donde las paredes son

el desierto en tus manos

para que me encuentres sin

buscarme y para yo encontrarte,

y perdernos en la infinidad

de lo idéntico y de la nada.


Te doy mis palabras

para ya no tener que

hablarte y pensar si vos

me escuchas o no,

y para que me las

devuelvas ya rotas

cuando no las quieras

ni como trofeo ni castigo


Te doy la nada que me pertenece

por la soberanía común a los hijos

del desierto, del laberinto y el bosque.


Te doy las llamas de viento

que expulsan mis ojos

antes de cerrarlos por última

ves antes de que vos abras

los tuyos y me ciegues.


Te doy mis pies y mis manos

mi torso, mi pecho, mi hielo

mi cárcel y mi torre, mis alas

mis brazos, mi cuero, mañanas,

mis partes, fragmentos, unidades,

células, árboles, ramas y raíces,

mis riscos y mis montañas, mis

cantaros y mi lluvia, mis marcas

mis daños, mis siglos sin años,

mis colores, sentidos, pensares,

mis casualidades, mis anhelos,

mis inciertos aciertos, mi temblor

mis rasgos, suspiros, mi tos, mi temor

mi dios, mi rayo, mi sol, mis uñas

con sus dedos, mis silencios, mis mares

mis hijas y mis hijos, mis noches, mis días,

mis secretos, mis heridas, mis caminos

mis pasos descalzos, mi voz, mi pulso,

mi éxtasis, mi cielo, mis hojas y mis ojos

y mis lagrimas, todo solo por olvidarte

y conservarte así por siempre, eterna y real.

¡Oh, Luna; cuanta luz!!

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