Azul y cromo
el cielo divide mis dedos.
No busco que me entiendas,
sino que lo intentes.
No quiero ser
ante ti nada
más que esto
que soy… no
Ésta cebolla que me cubre
solo tus ojos pueden atravesar
Ésta estrella roja que me encierra
solo a ti no te ciega, ni te impide
descifrar mi sed, mi red, mi sien..
Siento a la luna.
Un inmenso clítoris
de molibdeno níquel y estaño
que presiona mi cráneo
en su ápice, lo hiere,
es real, hay signos.
Chilla en el astilleo y en mi
piel, cuña lunar que incide,
el temblor, el aroma y el desgarro..
Como un clítoris denso
y enorme la Luna me lame y
me expone a un sinfín de abismos
donde lo infinito ante mi se torna liberador:
caer por siempre no es caer; sino volar.
Las Nubes la desenmascaran y masajean
y la excitan y me ama y me ataca, me ata
Busca mi debilidad, mi quebrantamiento,
mi nuevo renacer, resurgir de los vestigios
de recuerdos por venir…
Por el río que nace a sus pies
bajan en canoas los dragones,
los cerdos, los tigres, los toros,
las serpientes y palomas…
El bestiario lunar y sus orgasmos
en mis labios representan una
tragedia donde entre telones azul y cromo
son la mirra, la canela y el desierto.
Lame entre mis dos ojos casi sin tocarme…
humedece el aire entre nosostros y estalla.
Te doy mi corteza
para que veas que no
existe.
Todo mi tesoro
solo es un acto de fe
ajeno a mi. Tómalo.
Puedo darte todo
de la nada que tengo y
de la nada que soy.
Cada ves que me miras
soy yo quien mira
como vos me miras
mientras te miro
robarme la mirada
y vuelvo a no entender y
a sentirlo extraño por siempre.
Te doy este laberinto
donde las paredes son
el desierto en tus manos
para que me encuentres sin
buscarme y para yo encontrarte,
y perdernos en la infinidad
de lo idéntico y de la nada.
Te doy mis palabras
para ya no tener que
hablarte y pensar si vos
me escuchas o no,
y para que me las
devuelvas ya rotas
cuando no las quieras
ni como trofeo ni castigo
Te doy la nada que me pertenece
por la soberanía común a los hijos
del desierto, del laberinto y el bosque.
Te doy las llamas de viento
que expulsan mis ojos
antes de cerrarlos por última
ves antes de que vos abras
los tuyos y me ciegues.
Te doy mis pies y mis manos
mi torso, mi pecho, mi hielo
mi cárcel y mi torre, mis alas
mis brazos, mi cuero, mañanas,
mis partes, fragmentos, unidades,
células, árboles, ramas y raíces,
mis riscos y mis montañas, mis
cantaros y mi lluvia, mis marcas
mis daños, mis siglos sin años,
mis colores, sentidos, pensares,
mis casualidades, mis anhelos,
mis inciertos aciertos, mi temblor
mis rasgos, suspiros, mi tos, mi temor
mi dios, mi rayo, mi sol, mis uñas
con sus dedos, mis silencios, mis mares
mis hijas y mis hijos, mis noches, mis días,
mis secretos, mis heridas, mis caminos
mis pasos descalzos, mi voz, mi pulso,
mi éxtasis, mi cielo, mis hojas y mis ojos
y mis lagrimas, todo solo por olvidarte
y conservarte así por siempre, eterna y real.
¡Oh, Luna; cuanta luz!!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario